La salud sexual es definida por la
Organización Mundial de la Salud (OMS) como "un estado de bienestar
físico, emocional, mental y social relacionado con la sexualidad.
Para que la salud sexual se logre y se
mantenga, los derechos sexuales de todas las personas deben ser respetados,
protegidos y ejercidos a plenitud.
Ambos organismos consideran que, para que pueda lograrse y
mantenerse la salud sexual, deben respetarse los derechos sexuales de todas las
personas.
Es conveniente diferenciar la salud sexual, enfocada a la
salud en las relaciones sexuales y la salud reproductiva enfocada a la
reproducción sexual y a la procreación.
Existe
consenso en resaltar el deber de respetar la sexualidad del ser humano y la
libertad en sus opciones y decisiones.
La salud sexual y la
salud reproductiva (que involucra aspectos de carácter biológico, psicológico,
sociológico y cultural), por tanto, debe basarse en tres principios:
individualización (tomar en consideración las diferencias individuales);
respeto a la dignidad humana (valores personales y de grupo); libre
determinación (frente a las alternativas existentes es la persona quien decide
en última instancia).
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